Mi estancia en el Hotel Tres Torres de Santa Eulalia del Río en Ibiza, ha tenido luces y sombras, más sombras por culpa del estado de las instalaciones y la comida y luces por la buenísima situación que tiene el establecimiento.
Empecemos por las cosas buenas.
El Hotel se encuentra frente al Club Náutico, en primera línea del paseo marítimo, por el que se puede hacer unos paseos muy agradables, lo que unido a la animación que tiene Santa Eulalia del Río lo hacen muy recomendable.
Las habitaciones son amplias, pero que pena de que el edificio, por falta de inversión, se ha quedado ya anticuado y desfasado.
Las habitaciones son amplias, pero carecen de mobiliario que faciliten las comodidades de los viajeros, por ejemplo, solo cuentan con una silla. Las camas, al menos en la habitación que tuvimos, contaba con una cama de 2,00 x 2,00 m. pero con colchón ya algo gastados. A favor, cuenta con TV de tamaño adecuado, caja fuerte y mini nevera (vacia). La decoración, nula, ni un triste cuadrito que anime las tristes paredes de pintura blanca lisa que ya necesitan un repaso de pintura, con rajas y desconchones. Cuenta con aparato de aire acondicionado de funcionamiento deficiente y un pequeño radiador eléctrico que calienta poco. La puerta con llave y llavero de chapa, años 70. Terraza justa, para dos sillas y mesita pequeña. Tiene un pequeño tendedero. Carpintería de la terraza, de madera que necesita una mano de barniz.
Lo peor el baño. Bañera estrecha, que presenta ya signos de oxidación de la chapa, con alcachofa pequeña y antigua. Lavabo en encimera de tamaño excesivamente grande para el tamaño del baño. Inodoro con espacio alrededor escaso y que en la habitación que teníamos, la cisterna no cerraba correctamente al descargar. No cuenta con una triste percha para dejar ropa. Puerta muy deteriorada por la humedad.
Comedor sin la categoría que se supone en un establecimiento de 4 estrellas, sin cocina en vivo. La cantidad reposición de alimentos es correcta y aceptablemente cocinada, no así la variedad y calidad de los alimentos. Desayunos con pocos embutidos y de mala calidad. Miel que estaba la mitad de las tarrinas cristalizada. Mantequilla caducada hacía 15 días. (Tenían el día que me di cuenta fecha de 9 de abril y estábamos a 26). Mermeladas muy malas. Café y zumos pésimos, por supuesto de máquina. Bollería industrial, con algunos días cruasanes o magdalenas.
Comidas y cenas: 1 sopa y tres o cuatro platos a elegir, entre ellos suelen ser uno de pescado y otro de carne. Postres, normalmente peras (algún día cambiaban a manzana) que para que parecieran más comibles, cocidas con vino para que estuvieran más blandas. Pastelería muy corriente.
El personal, correcto, no suele hablar mucho con los clientes, pero están atentos a retirar los platos según se acaban.
Personal de recepción muy agradables y atentos a todos los requerimientos.
Limpieza de las instalaciones aceptable, con fallos pequeños que no merecen ser tenidos en cuenta, por ejemplo, en nuestra entrada, no se había retirado un cenicero con restos existentes en la terraza de la habitación.
Tienen a dispersión de los clientes un ordenador con un ratón de los primeros que se fabricaron cuando salieron los PC´s, por favor, cámbienlo que vale dos duros uno más moderno.
Wifi gratuito, con señal a velocidad aceptable.
Acceso al hotel mediante una puerta de tres hojas, de la que la central es fija, lo que hace una entrada pobre y ridícula para el paso con maletas grandes.
La zona de la piscina, queda un poco indiscreta, ya que cuando hemos estado, se ven a los usuarios desde la calle, le falta una malla de ocultación de vistas desde el exterior. Jardinería, descuidada.
Las habitaciones, recomendables las que dan a la piscina.
En resumen, al hotel le sobran dos estrellas.
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Por: Garay
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